Monday, May 14, 2012

(Los Sacerdotes del Siglo XXI Según el Orden de Melquisedec)

Romanos 3:14. Su boca está llena de maldición.
Ves? Ahora que les toca el turno a los que no los imitan - ahora tienen "boca". Ya no se habla de "garganta" ni de "lengua", sino de "boca" llena de dientes, como se desprende de lo que sigue. Así que: En segundo término: ¿qué actitud adoptan ante los que no siguen en sus pisadas, sino antes bien les oponen resistencia y les ofrecen enseñanza sana y correcta para apartarlos de la muerte que los espera? ¡Fíjate en cómo se lo retribuyen! También en ellos se ensañan de tres maneras distintas:

Primero: Tienen la boca llena de maldición. Palabras muy acertadas para expresar el hecho de que su maldecir no pasa a aquellos a quienes maldicen, sino que permanece con ellos mismos. Los únicos perjudicados son ellos mismos, de acuerdo con un dicho que se refiere a Cristo "Maldito el que te maldijere" (Gn. 27: 29), y aquel otro pasaje: "Dios quebrará sus dientes en sus bocas" (Sal. 58:6). No los quebrará en la herida o en el cuerpo de otros; pues hará que muerdan de una manera tal que de todos modos no lograrán causar daño a nadie; por lo tanto los quebrará en la propia boca de ellos. Esto sí: dientes y maldiciones no les faltan, pero los tienen sólo en su propia boca, descrita por eso como "boca llena". Ese "maldecir" es atacar al prójimo públicamente con insultos, imprecaciones y blasfemias, y desearle una desgracia. Esto empero lo hacen todos los que tienen la sensación de que alguien está impugnando la opinión que ellos establecieron (porque la consideran justa y correcta), y lo hacen como quienes están dispuestos a salir en defensa de la verdad y de prestar un servicio a Dios (compare Jn. 16:2) con sorprendente celo, que sin embargo no es un celo "conforme a ciencia" (Ro. 10:2). Y no son ni lerdos ni perezosos en su actuar, sino que como dije, despliegan un gran celo; de ahí las palabras del texto: "tienen la boca llena", sobreabundan en maldiciones.

Segundo: Su boca está llena de amargura (Romanos 3: 14), quiere decir llena de calumnias dictadas por la más abyecta envidia. La envidia es, en efecto, un corazón lleno de amargura, así como, por el otro lado, el amor es un corazón lleno de dulzura. En consecuencia, los orgullosos e impíos no sólo profieren maldiciones contra los justos, sino que los calumnian también entre ellos y ante otros con las palabras más hirientes. Mas también esta envidia permanece en la propia boca de ellos sin causar daño alguno a quienes son objeto de la misma. Por esto se dice que su boca está llena, sí, pero a los que estan fuera, esto no los amarga ni los convierte en malos.

Tercero: Sus pies se apresuran. Otra de estas expresiones tan gráficas. Con sus manos no sIempre logran llevar a cabo sus propósitos; no obstante, no cesan en sus esfuerzos por lograrlos. En viendo, pues, que no pueden silenciar a los mensajeros de la verdad ni con insultos ni con calumnias, al fin tratan de deshacerse de ellos por la fuerza, y de matarlos, para que sus propias ideas no sean echadas por tierra. Este es el método que los enemigos (destinatarios originales de los pasajes citados por Pablo) practicaron con una pertinacia poco común, como lo vemos en los Hechos de los Apóstoles.
Pero también en nuestros días, todo enemigo de la verdad procede en forma similar para defender e imponer su propio criterio, porque él, claro está, actúa impulsado por "intenciones sanas" y "por amor a Dios”.

v.16 Quebranto.
Con esto el apóstol describe la suerte que corren los "maestros" aquí mencionados. Lo primero que sufren es quebranto: son despedazados reducidos a menos y humillados, en cuerpo y alma, como lo evidencia el caso de los enemigos (del Evangelio de Cristo). Son "como el polvo que el viento se lleva" (comp. Sal. 1:4), porque en el polvo yacen ahora los que eran grandes y poderosos; incesantemente, hasta el día de hoy, son pisoteados y "hollados como lodo de las calles" (Mi. 7: 10). Pero la miseria de este quebranto físico que sufren ante la vista de los hombres,
es igualada y aun superada en mucho por la miseria del quebranto espiritual que sufren por parte de los demonios que los someten a atropellos de toda clase y "no dejan en ellos piedra sobre piedra" (Mt. 24:2). Y no es sólo esto, sino que en aquellos caminos suyos son reducidos siempre a menos, se tornan siempre peores y más duros en tanto que transitan por ellos, mientras que por el contrario, los que andan por los caminos de Cristo crecen y se fortalecen sin cesar.

Así que: robustecimiento e incremento en los unos, quebranto y descenso en los otros. Lo segundo es desventura, desgracia, de modo que así como (los creyentes) en Cristo prosperan en todo cuanto hacen, ellos fracasan con todo cuanto emprenden. También esto se puede observar patentemente en los impíos: Si bien en ciertos aspectos alcanzan gran prosperidad a causa de su perfidia, en muchos otros aspectos son oprimidos por mil contrariedades.

Martín Lutero.

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