Pasa como con un buen artesano que puede cosechar alabanzas de tres maneras: En primer lugar, criticando y haciendo pasar vergüenza a los que
carecen de la pericia que él posee; pero esta es una alabanza mezquina y
arrogante. En segundo lugar, cuando comparado con otros aparece como el más experto (aun sin que medie crítica por su parte). En tercer lugar, cuando
trasmite su pericia artesanal a otros que se lo solicitan ante la
imposibilidad de alcanzar la perfección por sí solos. Unicamente esta
alabanza es una alabanza genuina.
Reprender a otros y aparecer
como maestro todavía no basta para ser un maestro cabal; pero hacer
progresar a otros para que lleguen a ser maestros como uno mismo, esto
significa ser un maestro digno de elogio.
La primera manera
muchas veces implica orgullo y vanidad.
La segunda, envidia y
presunción.
La tercera en cambio es la vía de la benevolencia y de la
generosidad.
Esta (la vía de la benevolencia y de la
generosidad) es la manera como Dios es justo, al actuar dentro de
nosotros; y digno de alabanza, por cuanto nos hace semejantes a él
mismo.
Martín Lutero.
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